
By J. J. Benitez
Caballo de Troya five by way of J. J. BENITEZ
Read Online or Download Caballo de Troya 5: Cesarea PDF
Similar world literature books
The Cambridge Companion to Modern Italian Culture (Cambridge Companions to Culture)
This e-book presents a finished account of the tradition of contemporary Italy. Specially-commissioned essays through best experts specialise in a variety of political, historic and cultural questions. the amount offers details and research on such themes as regionalism, language, social and political cultures, the Church, feminism, equipped crime, literature, artwork, the mass media, and tune.
As Black River Falls, Iowa, prepares for a presidential election crusade stopover at from vice chairman Richard Milhous Nixon, Reverend John Muldaur is stirring up the city with either his anti-Catholic, anti-Semitic circulars and his snake-handling ceremonies. whilst Muldaur drops lifeless on his altar, even though, it’s now not from a snakebite yet from strychnine-laced Pepsi.
Chronicle of a Downfall: Germany 1929-1939
Few figures of interwar Germany have been as influential as Leopold Schwarzschild, the bright editor of the liberal journal 'Das Tage-Buch'. within the doubtful years of the Weimar Republic, Schwarzschild turned well-known for his perceptive political analyses and critique of the commercial rules of successive governments within the twilight of Germany's first scan with democracy.
- Naturalist Fiction: The Entropic Vision
- Transnationalism and German-Language Literature in the Twenty-First Century
- Bertolt Brecht's Furcht und Elend des Dritten Reiches: A German Exile Drama in the Struggle against Fascism (Studies in German Literature Linguistics and Culture)
- Representing Others in Medieval Iberian Literature
- The Poetical Works of Robert Browning: Volume II: Strafford, Sordello (Oxford English Texts)
- Metaphors in Grass' Die Blechtrommel
Extra info for Caballo de Troya 5: Cesarea
Sample text
Señor! -clamó el anciano-. ¡La puerta...! -, abriendo la hoja con desesperación. Y la humareda, como un ser vivo, se estiró hacia la noche, retorciéndose en el umbral. Y una bocanada de aire puro vino a perdonamos. Y a trompicones, olvidando incluso el cayado, me precipité tras los pasos de David, buscando el exterior como un poseso. Un segundo después reaccioné. Y lo hice, primero con perplejidad, después con vergüenza. ¡La familia! E indignado conmigo mismo me abalancé hacia la puerta, espantando con las manos el caracoleo del humo.
Santiago, con un nudo en la garganta, se refugió en uno de sus gestos típicos: la velluda mano izquierda comenzó a peinar con nerviosismo la canosa y poblada barba. Y los ojos se humedecieron. Jacobo, blanco como la pared, con la boca entreabierta, buscando aire y fuerzas para no sucumbir a la arrolladora emoción, contemplaba incrédulo la inédita estampa de una María frágil y arrepentida y, al mismo tiempo, audaz y luminosa. Miriam, copia casi exacta de la madre en lo físico y en lo temperamental, reaccionó como lo habría hecho la Señora si el protagonista hubiera sido cualquiera de los allí presentes: la observó con dulzura y, batiendo palmas, reclamó sosiego, recordando a la de «las palomas» que aquéllos eran sus hijos y que no debía avergonzarse porque, sencillamente, todos se hallaban en la misma situación.
Y las acarició y apretó en silencio, con los ojos bajos. Y el peso de mi complacida mirada debió de llegar hasta su transparente cutis porque, al punto, descubriendo los ojos verdes, me observó y, ruborizándose, borró parte de la constelación de pecas que la adornaba. María, refugiándose nuevamente en aquel tono grave que no admitía desviaciones, solicitó que sus hijos, uno tras otro y sin intromisiones, repasaran la situación, proporcionando una sincera y templada opinión sobre lo que convenía hacer.